Corpo Alma Terapeutika es el resultado del cariño, el compromiso y la entrega de mucha gente. En la construcción de lo que ahora es este Centro, muchas personas dedicaron su tiempo y su esfuerzo más allá de lo profesional. Lo hicieron y lo hacen con su corazón y la ilusión de tener un lugar con principios, actitudes y valores comunes. Amorosamente apoyaron y apoyan con su quehacer profesional y personal y en servicio a la comunidad, como para ellos es Corpo Alma: una institución con un Para Qué Mayor. A todos y cada uno, nuestro más profundo agradecimiento por caminar a nuestro lado. Especial mención por su incondicional apoyo a Olga Montero Gazcón, Sergio Arredondo Méndez, Félix Contreras Reynoso, Marffa Gutiérrez de Haro y Walid Daw. Su fe y entrega a este proyecto lo consolidó en una realidad.
Los amigos de Corpo Alma son incontables y su compromiso con el crecimiento de este espacio comunitario los hace bienhechores una y otra vez. Su estar es permanente para algunos y para otros, cada vez que se les requiere, siempre con una disposición impresionante. Gracias, mil gracias.
En la vida diaria es importante destacar la labor invaluable en el crecimiento de Corpo Alma Terapeutika de Hilda D'ajio, Martha Lorena Vargas, Verónica Yolanda González Montaño y Ana Mondragón. Por su gran cariño, colaboración y entrega, son pilares en esta empresa.
De nuestros queridos bienhechores, algunos ya partieron y están para siempre en el alma del Centro con sus risas, sus palabras, sus hechos, su mirada profunda y amorosa: Hans Kuhlmann Rodríguez, Lucila Olvera Vargas, Olivia Miramontes de Rivera, Isabel Díaz Morales González Luna y Gonzalo García Verea, s.j.
El padre Gonzalo García Verea siempre presente con su cariño, su confianza absoluta, su entrega constante, y su espiritualidad profunda y práctica que llevó más allá del púlpito a través de pláticas, entrevistas, debates, conferencias y consultas individuales. Alegre, generoso y presto, su recuerdo está vivo en muchísimos hogares y en el corazón de Corpo Alma. Olivia Miramontes de Rivera, mujer llena de virtudes y capacidades, maestra por vocación y profesión, estudiante eterna con inquietudes siempre, artista brillante, inteligente y generosa, derramó conocimiento, bondad, amor, ejemplo y bienestar a su alrededor. Mujer que hizo historia en Jalisco y a Corpo Alma le brindó su amistad.
Hans Kuhlmann Rodríguez, un hombre que agradeció a la enfermedad que lo llevo a la muerte el haberlo regresado a la vida. Un honor y un regalo de la vida el conocerlo y acompañarlo en sus momentos de mayor fuerza y entrega espiritual. Quienes le conocimos estamos orgullosos de contarnos entre sus amigos. Como nadie, sus aprendizajes los hizo realidad en vida y en muerte. Llego de alumno y se convirtió en el gran maestro. Lucila Olvera Vargas, un corazón inmenso hacia su esposo, hijo, hijas de su compañero, y familia, y que fue creciendo para arroparnos a los que la conocimos con su ejemplo de entereza, dignidad, y fuerza amorosa que la hizo partir con una sonrisa y una paz que nos inundó a todos. Su honestidad consigo misma y en lo que creía le hizo enfrentarse a espacios que sólo la gente valiente esta llamada a transitar.
Isabel Díaz Morales González Luna, amiga y maestra de camino, mujer encantadora, sencilla y distinguida, alegre, guadalupana por convicción, y con un crecimiento interior impresionante. Para describir a Isabel necesitamos recurrir a su dulzura y la fuerza de su feminidad, que la hicieron exquisita. La tristeza que dejo su partida se diluye cuando recordamos el gozo de su querer estar con su Lupita.
Gonzalo, Olivia, Lucila, Hans, Isabel, seres ordinarios y extraordinarios, amigos y alumnos destacados convertidos en grandes maestros por su testimonio de vida y su testimonio de muerte lleno de luz. Su capacidad de amar se amplió hasta el último momento y se convirtieron en una bendición para todos quienes les acompañamos. Su obra fecundó en nosotros.